La idoneidad en el punto medio de la balanza
Por Leonel Iparraguirre González
Nos acostumbramos a movernos en un escenario laboral de apreciable amplitud, surgido en momentos en que, al parecer, la fórmula de resolver los problemas estaba en la masividad, y por tanto, con relativa frecuencia en cualquier objetivo económico aparecían las inimaginables plazas con asombrosos nombres que justificaban la existencia de “familias” muy numerosas, y que ahora identificamos por su verdadero nombre: plantillas infladas.
Así pequeños centros de trabajo llegaron a tener colectivos muy numerosos, sin que en realidad se experimentaran notables cambios en sus resultados productivos, a partir de que ello dio paso a un fenómeno adjunto que los cubanos conocemos como “gente flotando”.
En más de una ocasión se ha intentado poner coto a tan dañina problemática, devenida en indisciplina laboral, con manifestaciones como, poco aprovechamiento de la jornada, ausencias, impuntualidades y otras negativas expresiones, como bien calificó una colega, personas que llegan, tienen poco contenido de trabajo y comienzan a conformar el escenario que es caldo de cultivo para la indisciplina.
Mientras esto ocurría en muchos frentes de la producción y los servicios, en otros campos también vitales de la economía, se experimentaba un déficit de trabajadores u obreros asalariados, y pongamos el ejemplo de la agricultura, la zafra azucarera y obras de la construcción, los cuales causaron cierto rechazo porque en realidad, cualquier persona tenía la posibilidad de encontrar una forma más fácil de devengar un salario.
Ahora ha llegado el momento de buscar una solución, lograr un reordenamiento laboral, para proteger la economía nacional lo que no quiere decir que sobran trabajadores, sino que es necesaria una adecuada distribución de la fuerza.
En estos momentos comienza un proceso para determinar quiénes se quedan y quienes no, a partir de un principio que es el de la idoneidad, lo que significa que cualquier persona con su adecuada conducta y elevado nivel profesional con resultados probados en su gestión laboral, puede ser intocable, independientemente del tiempo que haya permanecido en ese puesto de labor, ya sea un joven o una persona de mayor permanencia en la entidad.
Lamentablemente muchos trabajadores que tuvieron oportunidad de demostrar su amplia capacidad para estar en las plazas que ocupaban y no lo hicieron, tendrán que cederla a otros que mostraron más integridad, dedicación, responsabilidad y amor al trabajo.
En ningún caso quedará desamparado como ocurre en el capitalismo. Se abren nuevos caminos y una vía pudiera ser el ejercicio de trabajo por cuenta propia, con los derechos que le confiere la ley. De eso se trata, situar la idoneidad, en el centro de la balanza.
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