Persecución implacable contra un enemigo del pueblo

Por Leonel Iparraguirre González

La búsqueda es incesante y a su captura se encuentra todo un ejército completamente armado. De un lado para otro se mueven los infatigables combatientes con una misión a cumplir: la captura de un enemigo peligroso.

Ronda por cualquier parte con una capacidad defensiva de incalculables proporciones. Viste un traje oscuro con ribetes blancos que le permite confundirse con la población más noble. Más, al adversario hay que temerle.

Su historial es asombroso, pues su táctica de ataque le permite establecer guarida en el más insospechoso lugar y en el menor descuido establece contacto con los miembros de la familia y poco a poco convertirlo en víctimas fatales.

De ahí la estrategia del ejército consistente en caminar cuadra por cuadra, barrio por barrio y zona por zona, penetrar en los hogares y revisar cada una de las habitaciones y hasta la última pulgada de terreno en el traspatio.

Son combatientes que no cumplen sus misiones con las manos en los bolsillos, por el contrario, lo hacen armados con potentes bazucas, y dispositivos habilitados con los más efectivos “cocteles” para, incluso, prevenir cualquier contingencia del agresor.

No se trata de un material de ficción, es una operación realista que se observa todos los días del año en cualquier ciudad o poblado del occidente, centro o del oriente del país, que cumple un objetivo básico: eliminar los criadero o la posible presencia de un vector transmisor del Dengue, identificado como el mosquito Aedes Aegypti.

Gracias a la efectiva labor de los operarios de la Campaña Antivectorial, en Cuba esta enfermedad registra una mínima incidencia en la población, la cual también se suma con numerosas acciones desde su propia residencia, a eliminar tan peligroso adversario.

¡Quién duda de que el Aedes Aegypti, sea un “solapado” mercenario infiltrado en nuestra sociedad! Por tanto, lo combatimos Día y Noche