La Tabla, popular personaje de Morón
Colaboración de Luís Fernández Rodríguez
Aunque su nombre verdadero era Orestes Echemendía, el pueblo de Morón lo reconocía como La Tabla, una figura que dejó sus melodías de trovador y bardo impregnadas para siempre en la apreciación folclórica de la localidad.
Era descendiente de una familia de músicos, persona alegre, risueña y dicharachera, bajo de estatura, vientre prominente y corto de piernas. Su fisonomía era la típica del cantante tabernero, que unido a su humor musical era capaz de hacer reir y entonar sus ocurrentes estribillos, al más pinto de la paloma.
El tres siempre fue su instrumento preferido. Al decir de muchos músicos, entre los que se incluye a Pio Leiva, estuvo considerado como el mejor maraquero de la comarca. ¿Qué moronero no rió o cantó con La Tabla en un bar, una esquina, un parque o en la casa de un amigo alguna de sus populares melodías? Entre ellas estaban El Plátano de Aldereguía, o aquella filosófica sentencia que decía: “en el hoyo de la muela le cabe, un coco seco”. Como todo personaje popular su vida estaba colmada de anécdotas.
Según cuentan en una ocasión se organizó un homenaje especial en la ciudad, y todo al parecer estaba garantizado, como el local, el brindis y otros aseguramientos logísticos. Pero llegada la hora del inicio de la fiesta, no llegaba la agrupación musical prevista, lo que propiciaba un ambiente de tensión.
Algo había fallado. Pero justamente a las 8 y 30 minutos de la noche irrumpió inesperadamente La Tabla con su piquete. Comienza sus evoluciones en el salón, baila y se desbordan las emociones.
Los asistentes lo acompañan en cada estribillo y piden “otra, otra, otra…Por su genial actuación aquella noche, ya entrada la madrugada, se obsequió al bardo una preciosa guitarra de concierto como reconocimiento por su destacada trayectoria artística.
A partir de aquella noche cada vez que se presentaba un problema de difícil solución, los compañeros decían: “Aquí lo que hace falta es que venga La Tabla”
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